El decalogo de los bribones

sábado, junio 20, 2009

El afamado escritor Germán Dehesa, es columnista del Grupo Reforma y en su edición del 19 de Junio (Columna: ¡Es Puma!) escribió acerca del famoso pacto que se firmó durante el Draft de Cancún, un pacto que de poco puede servir al Futbol Mexicano cuando quienes lo firman buscan la primer oportunidad para sacarle la vuelta.


El decalogo de los bribones

Algún ectoplásmico organismo de los muchos que puede procrear el futbol mexicano acaba de emitir una suerte de decálogo que pretende servir como guía de los ciegos caminantes que transitan por el tortuoso camino del futbol nacional.


Muchas cosas se podrían decir sobre esta joya de la literatura menor, pero creo que hay una que la define con precisión: es una porquería. Cosa rara para México, en este textículo se percibe que fue elaborado al puritito chilazo, al ahí se va, a la trompa talega, al bananazo, vamos. Parece como fin de fiesta de una intensa velada cantinera de un grupo de cuates que, ya de salida, tienen la ocurrencia de escribir algo entre todos. Y así salió.


El variado texto es valiente y no se arredra ni ante el lugar común, ni ante la abierta imbecilidad. Salvo ideas, de todo tiene esta joya labrada y tallada no se sabe para qué. El decorativo Decio de Maria ya leyó este absurdo engendro que, en su brevedad, incluye desde un código ético (digámosle así) hasta unas instrucciones para armar. Decio no dijo nada, pero ya sabemos del esfuerzo enorme que tiene que hacer este prócer para hablar, pero mostró una rubicunda cara de satisfacción. Esto puede deberse a que le gustó el decálogo o al hecho trivial pero cierto de que siempre tiene cara de satisfacción. Lo mismo ocurre con su contlapache el caudalosamente fatuo Justino Compeán quien, por lo menos, está consciente de que su dueto cómico, si no es con la omnipotente ayuda de Televisa, no saca un chivo de una milpa y cuando lo logran, es otro chivo.


Otro aspecto sorprendente del ya citado textículo es su gratuidad: ¿quién pidió que elaboraran ese bodrio?, ¿para qué pretenden usarlo?, ¿lo tendremos que considerar como un catecismo para indios remisos que nos endilga la malévola Femexfut? Nadie lo sabe, o nadie parece saberlo. Esto de que se sugiera que los jugadores y el entrenador del equipo que ha perdido se comporten con alegre decencia, implica desconocer la ferocidad del temperamento tenochca. En México, un futbolista perdedor que se respete lo único que desea al final del partido es arrancar el corazón humeante de sus rivales, del árbitro, del entrenador enemigo y si se pudiera, de una buena porción del público.


Es un texto para subnormales cuyo aspecto subversivo es precisamente éste: considerar a los futbolistas mexicanos, a los árbitros, a los entrenadores y al público como una bola de idiotas que, por ejemplo, no pueden ni soñar con ganar en el extranjero. Se concluye que el anónimo redactor no nos conoce, no nos quiere bien y está urgido de un curso de redacción. No se entiende quién se lo pidió; tampoco se entiende si de algún modo se va a aplicar (aunque sea para forrar aguacates). Y ya.



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